sábado, enero 14, 2006

LIMPIEZA PROFESIONAL, de Puerto Barruetabe?a


Al salir me coloqué el sombrero, lo ladeé una pizca hacia la izquierda y me pellizqué un extremo del bigote para comprobar que todo seguía en su sitio. El reflejo del sol del atardecer en el cristal de un carruaje me deslumbró.
Ha sido difícil esta vez. Mucho. Largo y difícil como nunca antes. ?Querrá eso decir que he hecho algo mal o será culpa de las descabelladas ideas del médico ese? Francis Galton creo que se llama. Esas teorías suyas han trastocado a todo el personal; pretender que policías veteranos cambien su concepción de la investigación de un crimen, probablemente sea pedir demasiado. Aunque lo que más me extra?a es lo del Inspector Jefe... Que él, precisamente, le esté dando tanto margen a este doctor iluminado... No es su estilo. El Inspector Jefe siempre trata a los sospechosos de la misma forma: tras introducir precariamente su imponente humanidad en la sala, planta en la mesa frente al interrogado sus manazas de oso y lo observa a través de las rendijas que dejan sus párpados. Tras un intervalo de tiempo variable, le lanza, de repente y de carrerilla, un «Mira, tengo estas pruebas contra ti, lo normal es que tú tengas una confesión para mí» o un «Todavía no tengo nada contra ti, pero lo tendré muy pronto, así que, ahórrame tiempo». Pero ahora llega este matasanos reconvertido en adivino y empieza a complicar las cosas con sus teorías sobre el carácter irrepetible de las líneas de la mano. Huellas dactilares lo llama. ?Patra?as! Yo sé bastante medicina y he visto cadáveres más que suficientes para saber que, en casos como este, en que tienes una prostituta de origen incierto rajada y destripada en un callejón, entre la sangre, la mugre, las ratas y las patazas de los policías, no hay nada que hacer. Y estoy seguro de que ponerte a cuatro patas y espolvorear un poco de talco, o lo que demonios sea eso que ha estado mostrando el Dr. Galton, no servirá más que para crear una pasta francamente interesante si de lo que se trata es de pegar carteles.
Además, aunque fuera cierto, ?de qué serviría? ?Es que está la Policía dispuesta a ir casa por casa por todo Londres, pidiéndole a la gente que se ensucie los dedos con tinta y luego los estruje en un papel, para luego compararlos, uno por uno, con lo que puedan haber sacado de la escena del crimen? Inútil. Inverosímil. Increíble.
De todas maneras... me preocupa que se le dé tanta importancia y que me hayan insistido tanto en ello. Así que, por muy escéptico que sea, un profesional como yo con más de diez asesinatos a mis espaldas, no puede fallar en una cosa como esa. Será mejor que la próxima vez lleve guantes. Además, es más limpio: la sangre fresca se quita muy mal de las chaquetas de tweed.


Puerto Barruetabe?a Diez

Taller Literario, Santander-2005.-

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