domingo, diciembre 28, 2008

LEE Alexandr Solzhenitsin

Su calvario privado comenzó en 1945, cerca de lo que es hoy San Petersburgo, por hacer unos comentarios en los que se burlaba de Stalin en una carta a un compañero. Le cayeron ocho años, después de una mansión en la Lubianka, la sede de la Seguridad del Estado, el edificio con mejores vistas de Moscú, según el humor de popular, porque de sus sótanos se divisaba Siberia.
Esa prisión temprana le puso un cuño negro a la vida del joven científico con vocación de escritor. Si había soñado con narrar laa vida de los hombres de las riberas del río Don, si tenía hechos los apuntes para unos poemas de amor y sobre un viaje en barco hasta el mar de Azov, los tuvo que apartar para ponerse a rellenar la hojas de papel con su experiencia carcelaria como empleado en un centro científico del departamento de Cárceles y Prisiones. Ese es el tiempo de su novela “El primer círculo” (1968).
Después, en 1950, en el campo de trabajo forzado de Ekibastuz, Kazajistán, ya no tenía nada que desechar. Sólo repasar por las noches su vida de minero, forjador y albañil. Mirar a su alrededor y escribir.
Entre 1953 y 1956, en Kok Teren, en Rusia Central, pasó la última etapa de su castigo, deportado. Cuando cumplió su condena lo dejaron que se mudara, en relativa libertad, a Vladimir Ryzan a dar clases, y a trabajar, en secreto, “Un día de Iván Denísovich” y las notas generales del “Archipiéagp Gulag”. (...)
Sus obras circulaban mecanografiadas, de mano en mano, por la Unión Soviética y, en 1970, la concesión del Premio Nobel le puso un reflector de luz a él y a sus persecutores.
Por fin, en el fragor de uno de esos oscuros episodios exclusivos de los Estados totalitarios, la policía política le quitó los manuscritos a la secretaria de Solzhenitsin. La mujer se suicidó y, en diciembre de 1973, “Archipiélago Gulag” apareció en París junto a esta nota de su autor en la primera página “Con el corazón oprimido durante años me abstuve de publicar este libro, ya terminado. El deber para con los que aún vivían podía más que el deber para con los muertos. Pero ahora, cuando pese a todo, ha caído en manos de la seguridad del Estado, no me queda más remedio que publicarlo inmediatamente”.
Un año después, el escritor fue arrestado. Le quitaron la nacionalidad rusa y tuvo que salir al exilio. Volvió, veinte años después, con resonancias de héroe a una Rusia sin comunismo, pero que tampoco le acababa de entrar en la cabeza.
En agosto pasado, con 89 años, se murió, no en la Rusia que él quería, en la que tenía. Natalia, su esposa, dijo ese día que su marido vivió una vida difícil, pero feliz.
Solzhenitsin había escrito que un hombre es feliz cuando escoge ser feliz y nadie se lo puede impedir.



*(Extraído del suplemento “Magazine”, por Raúl Rivero, Diciembre de 2008).-


domingo, diciembre 07, 2008

Revista ARCO Número DOS

Llegó Diciembre, nuevo mes, nuevo número de la Revista ARCO. Ya está disponible ARCO Número DOS, en la que participan: Martín Saluzzo, Roberto Macció, Harmonie Botella, Yago Rocha, Gustavo Gall, Roxana Heise, Inma Lara, Ricardo Canales, Gonzalo Sanjorge, Alexis Reyes, Endrass, Ángeles Jurado, María Carreja, Luis Tamargo y otros.
La publicación está consiguiendo el nivel de la primera. Se agradecen vuestros comentarios.
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