sábado, julio 21, 2007

LECTURAS EN VERANO


Con el verano también llega el ansiado período vacacional, ese espacio de tiempo siempre breve, aunque tan necesario, que este año me he propuesto organizar con intención de aprovecharlo mejor. A tal fin he cogido una hoja de papel y, a un lado, he anotado las ofertas disponibles: precios, hoteles, mapas, programas, actividades, horarios... ¡Qué caro todo! De repente me he sentido abrumado por el acúmulo de tantas necesidades innecesarias. Mientras intentaba huir de esta especie de vorágine desatada que amenaza con agotar las ganas de antemano, he ido garabateando, en la otra mitad del papel, un árbol, un río, un pájaro en una nube y, casi sin darme cuenta, he topado con la segunda opción, la que he elegido. Cerca de la orilla, a la sombra de un árbol y con un par de buenos libros que me acompañen; bueno, o tres o cuatro o... No importan los títulos, créanme, tan sólo elegir una buena compañía: ¡Buenas vacaciones, buen verano, buenas lecturas!



Cuando Virginia Wolf escribió la novela "AL FARO", vertió un caudal ingente de experiencias autobiográficas. Creó así un nuevo modo de conducir el hilo narrativo y, a través de los propios personajes, lograr expresar sentimientos, reflexiones o situaciones. Su estilo tiene mucho de poético: imágenes, símbolos o metáforas se despliegan en un alarde de introspección psicológica que ahonda en la búsqueda del núcleo central de los hechos, afectando las circunstancias, para convertirse en algo atemporal, maximizado, casi irreal. Podría afirmarse que a veces nos parece estar leyendo sus reflexiones internas en voz baja, sea en boca de uno u otro personaje, pero siempre su propio monólogo como directriz. Virginia prescinde del narrador para hacer que sean los personajes, por medio de sus impresiones, quienes creen el discurrir de la acción y del tiempo. Su imaginación portentosa pretende mostrarnos la riqueza de un mundo interior, que se basta para explicar o entender lo exterior, pero que no evita tampoco el sufrimiento. Original en el tratamiento y en cuanto a su aportación a la técnica narrativa, su innovación obedecía sin embargo a un carácter de índole más personal. Esta percepción particular de la realidad, sus continuas depresiones y crisis personales influyeron en su vida, en sus obras escritas y en el modo de tratarlas, hasta el punto de que tal grado de profundización y concentrada entrega la llevaron al suicidio como única vía de escape.
Virginia puso fin a sus días, tras varias fallidas tentativas, lanzándose al río, después de llenarse de piedras pesadas los bolsillos de su abrigo. Pero antes dejó escritas dos cartas para sus seres más queridos, su hermana y su marido; y además un legado de obras que nos ayuda a leer de otra manera.



En “VIENTO DEL ESTE, VIENTO DEL OESTE”, Pearl S. Buck nos ofrece un retrato de China y sus gentes con un estilo sencillo y directo, desde su preocupación por los valores fundamentales de la vida humana. El choque y la diferencia entre dos culturas es el núcleo central de la novela. Es su experiencia vital en China lo que le sirvió de base para su obra escrita. Aunque nació en Virginia (EEUU), se trasladó a vivir en China a los pocos meses.
Nos narra en primera persona la experiencia de Kwei-lan, una mujer china educada en la tradición de sus antepasados, casada con un marido que no sigue los preceptos tradicionales, debido al contacto con la cultura occidental. Acusa el contraste entre los nuevos y antiguos ritos: ha sido educada en la sumisión para dar un hijo varón a su esposo. Además, asiste al regreso de su hermano, que estudiaba en el extranjero, con su futura esposa, una mujer americana que desconoce sus costumbres ancestrales y que pronto se topa con el muro estricto e insalvable de la familia. Es el amor la herramienta capaz de doblegar estas murallas infranqueables: su marido no da importancia a las costumbres heredadas y, en cierto modo, le manifiesta su cariño por encima de esas normas. La mujer de su hermano, a la vez, defenderá su amor ante todo contratiempo, mientras el hermano se enfrenta a la familia en favor del amor de la mujer que ha elegido para casarse.
Fue la primera mujer norteamericana en recibir el premio Nobel.



A Marguerite Duras en "EL AMOR" le basta con una playa, un hombre y una mujer como el escenario solitario donde desarrollar su experimento vital de pasión. Apenas unas pocas páginas componen esta serie de capítulos cortos, estructurados a modo de obra teatral y le sirven para crear este microclima particular. Es dentro de este contexto de soledad, aislamiento y, en cierto sentido, también de absurdo, donde mejor se refleja la relación que existe entre dos personas que se aman. En esta orientación metafórica el lugar llamado S.Thala equivale a todos los lugares, cualquier persona a todas las personas y la mujer, con sus miedos y anhelos, a todas las mujeres, en un intento de universalizar la expresión de ese amor. Así, el tiempo parece detenido en este ritmo propio que le imprime la autora a esta historia, con un tono crudo y visceral, acorde a su temperamento, sin contemplaciones a la hora de expresarse, porque escribe lo que siente sin cortapisas, sin miedo a confundirse, a pesar de la confusión que dificulta distinguir entre ficción o realidad. Reflejo de su propia experiencia vital, dura y valiente a la vez, es el vértigo pasional de la propia escritora el que asoma y se esconde, críptico en sus letras y, también así, a propósito, intencionadamente literaria, en su significado.



http://leetamargo.galeon.com/leemislibros.html
¡FELICES LECTURAS, AMIGOS/AS!