sábado, febrero 11, 2006

"UN DESEO", de Sara Navarro


Al bajar del autobús, a Laura se le cayeron los libros al suelo.
-Toma, torpe- le dijo su amiga mientras le alargaba una carpeta forrada con fotos de Orlando Bloom en veinte poses y tres colores de pelo diferentes.
-Entonces, vais a venir pronto, ¿no?- preguntó Laura a sus compañeras.
-Que sí, plasta. En cuanto me quite el uniforme me acerco- contestó una.
-Yo no sé si voy a poder, mi padre se ha empeñado en pasar el finde fuera- dijo otra.
-Bueno, me voy a casa, venid en cuanto podáis- finalizó Laura.
Marcos cogió dos paquetes de latas de cervezas y se acercó a la caja de la gasolinera.
-Cóbrame- le dijo al cajero.
-Pues, diez euros.
-¿Cómo que diez? Las he cogido de la oferta del dos por uno.
-Qué cansado estoy de críos- se quejó el cajero- Me pueden montar un pollo por venderte esto y encima te voy a rebajar las cervezas. Vega, paga.
-Joer, macho, qué rata eres.
-Mira chaval, tómatelo como un pago por poder utilizar la manguera todos los días.
-Oye, oye, que como cuido yo a mi moto no trato ni a una piva- se picó Marcos.
-Moto, dices, pero si es casi una bici. ¡Anda a lavarla a la bañera de tu casa!
Cuando entró en su habitación, Laura se alegró de que no estuviera su hermana. Abrió un cajón de la cómoda y, de entre unos sujetadores, su mano rescató una fotografía tamaño carnet. Se embelesó mirando a aquel chico moreno de ojos grandes y sonrisa burlona. Al oír pasos en la escalera guardó con rapidez el retrato y de un salto alcanzó la ventana.
-¿Qué haces?- preguntó su hermana.
-Mirando, por si vienen éstas.
-¡Qué petardas sois, no podéis estar separadas ni cinco minutos!
Laura salió fastidiada del dormitorio y bajó al salón. Lo que vio la enfadó aún más. Cumplo trece años y mamá pone ganchitos- pensó- Cuando venga Marcos va a pensar que soy una cría. Sabía que tenía que haberlo celebrado en el Burguer.
Marcos rodeó la cancha de baloncesto y aparcó la moto entre los bancos del parque.
-Aquí tenéis, pringaos- dijo a sus amigos ofreciendo la cerveza- si no es por mí no bebéis.
-Mira el listo, si yo voy la mitad de los días.
-Desde que tienes moto te lo tienes de un creído ...- apuntó otro.
-Desde que tiene moto no, desde que tiene novia.
El comentario provocó una carcajada general.
-Oye, que yo novia no tengo- contestó Marcos- si la niña se ha encaprichado de mi, pues yo ... me dejo querer.
-Anda, fantasma, si es una cría. Seguro que con esa no haces nada.
-No te creas, no es una estrecha. Además, como tiene que estar pronto en casa, después me acerco a ver a Chelo. Dos por una, como la cerveza- dijo Marcos abriendo una lata.
Cada vez que oía el timbre, Laura se levantaba de un salto y volaba hacia la puerta. ¡Felicidades! exclamaba el invitado de turno. Y ella les acompañaba al salón mirando de reojo la puerta. La quinta vez que fue a abrir tuvo suerte, era Marcos.
-¡Hola, Marcos! Has venido.
-Sí, claro.
-Aunque te dije que era mi cumple no sabía si te ibas a acordar.
-Bueno, yo ...
Laura notó que un dedo se le clavaba en la espalda.
-Venga enana- dijo su hermana- deja de dar la brasa y vete al salón que te están esperando para soplar las velas.
Apartó a Laura de un empujón y se marchó con Marcos.
Laura notó que se ponía colorada, no era vergüenza sino rabia. Estaba harta de ser la enana, harta de no poder salir, harta de ser la última.
Cuando se plantó delante de las velas todos la apremiaban para que pidiera un deseo pero a ella no le apetecía. Marcos se había vuelto a marchar con esa idiota y ni siquiera se había acordado de felicitarla. Recordó lo guapo que se le veía en la foto que guardaba su hermana. La muy tonta la escondía entre esos sujetadores tan chulos que había empezado a usar el año anterior. Entonces sonrió, ya sabía qué deseo pedir.



Sara Navarro.



Taller Literario, Santander, 2005.-

No hay comentarios: