domingo, octubre 09, 2005

Como si de la eternidad se tratara

La noche estaba estrellada, serena y calma, había una tenue brisa que acariciaba la cara, si bien era realmente un aire serrano un poco fresco. Era una de esas noches preludio de la primavera dónde el alargamiento de los días imprime dicha. Era una de esas noches que invitan a degustar la conversación y a saborearla sorbo a sorbo. Parecía que el tiempo y el espacio se detuvieran como si de la eternidad se tratara.
Se encontraban, Isabel y Fernando, en el patio de la Casa Real. La Casa Real era centro neurálgico del asentamiento de Santa Fé de la Vega de Granda. Allí, de día, bullían la vida y la actividad, era un ir de venir de funcionarios y personal encargado de la administración de los asuntos reales. La casa se había levantado con vocación de interinidad por lo que era sencilla y sobria, tanto en sus líneas como en la decoración. No obstante, era un edificio bello en su sencillez o quizá, por su sencillez. Alrededor del patio se hallaban las habitaciones reales, dónde trascurría la vida diaria de los monarcas. En abril, el patio estaba pleno de vegetación, se respira frescura, se huele a boj, a azahar, y a jazmín. Un aroma que embriaga y arrastra suavemente a la reflexión y a la meditación.
Isabel estaba cavilando para sus adentros y ensimismada en sus especulaciones cuando Fernando le inquirió.
-?Crees que hacemos bien?.
-?A qué te refieres Fernando?, ?Estás pensando lo mismo que yo?
-Sí, creo que sí, Isabel, me refiero a la empresa de las Indias. Recuerda que ya otros la han desestimado.
-Si, es cierto pero nunca dejaron de aspirar a ello. Observa que Juan, en Portugal, nunca cerró definitivamente la puerta. Incluso nosotros mismos, o a decir verdad, nuestro Consejo, al principio lo desechó, y además cuando hablamos con Colón en Alcalá y en Madrid, nos parecía algo irreal, pero poco a poco hemos ido centrado la idea. La decisión que hemos tomado ha sido muy meditada. Incluso creamos una junta para su estudio.
-Sin embargo la junta nos indicó que no emprendiéramos tama?a expedición.
-Realmente Fernando, lo primordial entonces era la conquista del Reino de Granada pero ahora, no es el caso.
Por un momento, Fernando se quedó callado y meditabundo pensando que todo lo anterior era verdad. Muchas, muchas habían sido las audiencias, Alcalá, Madrid, Málaga, Jaén y Granada, muchos habían sido los intermediarios, muchos y con mucho predicamento, y además era cierto que la prioridad de la conquista del Reino de Granada había pasado y ....
-? Qué piensas?, Fernando
-En Francia, Isabel.
-?Cómo?.
-No podemos permitirnos que Colón vaya a Francia a contarle a Carlos el proyecto. No podemos, ni debemos permitirlo.
-Efectivamente Fernando, pero...?Colón, pide mucho!. El precio, ?no es demasiado alto?
Esta conversación había dejado a Isabel con el alma perpleja. A ella, una mujer dónde la templanza habita, le zozobró e inquietó el espíritu la duda acerca de las condiciones del acuerdo que formalizarían al día siguiente; ?no eran leoninas?, ?no era un precio muy alto?. Absorbida en estas tribulaciones se levanto y se fue hacia sus estancias.

Aquella noche, Isabel no pudo conciliar el sue?o. Después de entrar a sus aposentos, se arrodilló ante el crucifico en su oratorio privado. Estuvo largas horas rezando, pidiendo rectitud de juicio y clarividencia para acertar en la decisión. No conseguía olvidar la última idea del parlamento con Fernando. Tenía metida en la mente, como grabada con fuego, la pregunta, “el precio ?no es demasiado alto?”, Le rondaba también como una pesadilla, la idea de que Francia pudiera abordar la empresa de las Indias.
De súbito, y abruptamente, se levantó, se fue hacia el escritorio como si tuviera que leer todas y cada una de las capitulaciones, como si necesitara leerlas. Pausadamente, con calma y sosiego pasaba los ojos sobre el texto para no perderse nada, para escrutar y analizar hasta el más mínimo detalle. En realidad, no hubiera hecho falta, las conocía a la perfección, llevaban tiempo negociándolas y sí, en principio, el precio parecía alto, de hecho, era alto, pero ella misma se preguntaba, ?por qué hay algo dentro de mí que me indica que tenemos que emprender la empresa de las Indias?, ?dónde está el truco?. Será porque es una empresa arriesgada, es una empresa vigorosa y a la altura de nuestros reinos, o quizá, ?no hemos confiando mucho en Colón?, y … ? Por qué puede él pedirnos tanto?
Conforme iba leyendo las capitulaciones caía en la cuenta sobre la seguridad que tenía Colón del éxito del proyecto, de hecho las condiciones estaban sujetas a que el mismo llegara a buen puerto. Isabel se seguía preguntando ?Qué será lo que a Colón le hace estar tan seguro de sí mismo, que incluso quiera participar en la financiación?. ?Por qué esta actitud?. Salió al balcón para airearse y respirar aire puro, se sentía abotargada no conseguía despejar la duda, no paraba de preguntarse dónde estaba el truco.

Y llegó el alba, despuntaba un día alegre, con un cielo azul cobalto, claro y placentero. Isabel estaba cansada y aturdida, toda una noche en vela cavilando sobre las capitulaciones se reflejaba en el rostro que lo tenía ligeramente alterado.
Entraron sus damas para ayudarle a vestirse, y cuando se encontraban cepillándole el cabello se levantó, muy bruscamente, de repente y como una ráfaga imparable salió de su boca, ?ya está!, ?ya está!, ?ahí está el truco!
-?Cómo?, ?Qué dice?, ?Qué truco, se?ora?, inquirió una de las dama totalmente asombrada.
-Él, ya ha ido antes por el Atlántico a las Indias. Colón ya ha ido allí.
El rostro de Isabel se torno relajado, ya podía descansar de la tensa noche, sus desvelos habían dado fruto, estaba en lo justo, estaba en lo correcto, la decisión era buena. Isabel vislumbraba la trascendencia del momento, percibía un tiempo futuro impactante, fecundo y floreciente. …Y ella, de nuevo, sintió que el tiempo y el espacio se detuvieran, como si de la eternidad se tratara.



Inmaculada Sánchez Ramos.
http://entrerenglones.blogspot.com

2 comentarios:

Gema dijo...

Hola,
me ha gustado la imagen que has elegido, muy acorde con el texto que has puesto.
Recuerdo como si de un cuento se tratase me contaron en el colegio esta parte de la historia y ahora a leerlo me ha traído viejos recuerdos

EntreRenglones dijo...

...El Palacio de La Magdalena en Santander es el lugar donde se realizó este taller de narrativa del que salió este texto, entre otros, que iré publicando de forma paulatina. El Palacio perteneció a los reyes, cuando Alfonso XIII veraneaba aquí; luego lo cedieron a la ciudad de Santander.
Es un lugar precioso, Gemuina, me alegra encontrarte también por aquí, amiga... NOS LEEMOS!